Chile
Avanzan las negociaciones para compra de
petrolero que requiere la Armada
Se trata de una Henry J. Kaiser
por Macarena López M.
Nave no sólo permite llevar petróleo sino que también puede transportar otros combustibles líquidos, carga seca, repuestos y municiones. Una de sus debilidades es que no contaría con doble casco, por lo que en caso de ser perforado durante algún accidente, como un choque o varamiento sobre roqueríos, se registraría un derrame.
Aunque el almirante Rodolfo Codina dice que están sólo “en etapa inicial”, todo indica que las gestiones para la compra de un nuevo buque logístico que reemplazará al viejo petrolero Araucano están bastante avanzadas.
Las marinas de guerra oceánicas o “de aguas azules” se caracterizan por la habilidad de operar en alta mar por períodos prolongados a gran distancia de sus bases. Para ello no sólo cuentan con unidades de combate de superficie de gran volumen, sino que también de unidades de apoyo logístico, esencialmente petroleros de flota, que reabastecen de combustibles y otros insumos a las unidades de combate.
El único petrolero con que cuenta la Armada de Chile es el Araucano, que la institución naval hizo construir en Dinamarca hace 41 años, y que debe ser reemplazado dentro de un corto plazo debido a su antigüedad y el fin de su vida útil. Con ese fin, las autoridades navales han decidido adquirir un buque logístico de segunda mano que Estados Unidos actualmente tiene en reserva.
Esta intención fue reconocida por el comandante en jefe de la Armada, almirante Rodolfo Codina, quien en diciembre señaló que su institución estaba “pensando en adquirir un petrolero de origen norteamericano de segunda mano” y que esperaba concretarlo “al final del próximo año”, es decir, a fines de 2008.
Codina explicó que se esperaba el permiso del Congreso de Estados Unidos para proceder con la compra. Para muchos observadores es una señal clara de que las cosas están muy avanzadas, ya que usualmente y antes de pedir la autorización del Capitolio, el gobierno estadounidense ofrece informalmente el equipo militar al potencial país cliente. La respuesta de la Armada, el Ministerio de Defensa y La Moneda habría sido positiva.
Según la información circulante, el buque es una de nave logística –replenishment ship en inglés- de la clase Henry J. Kaiser, que no sólo permite llevar petróleo sino que también puede transportar otros combustibles líquidos, carga seca, repuestos y municiones. Con algunas modificaciones, estas naves podrían también transportar algunas tropas, como ha hecho la armada argentina con su petrolero de origen francés Patagonia o acomodar talleres de reparación y mantenimiento a bordo. Se trata entonces de naves muy versátiles y útiles.
El interés de la Armada en los buques de la clase Henry J. Kaiser no es nuevo. Ya a mediados de los ‘90 el mando naval estudió comprar una de dos naves de esta misma clase, que están a flote pero sin terminar. Sin embargo, ese interés parece haberse trasladado ahora hacia otras naves del mismo tipo, terminadas y probadas en servicio, que fueron recientemente puestas en reserva y que el gobierno de Estados Unidos estaría dispuesto a vender.
Estados Unidos también tiene disponibles algunos petroleros de la clase Cimarron, de similares capacidades de transporte de combustible y otras cargas, pero esas naves presentan el inconveniente de ser más antiguas y de ser propulsadas mediante turbinas de vapor, un tipo de propulsión de complicado mantenimiento que la marina chilena quiere dejar atrás. En cambio, los navíos de la clase Henry J. Kaiser son propulsados por motores diesel, menos complejos de mantener y más eficientes y baratos de operar.
Sin embargo, ambos tipos de buques petroleros, Henry J. Kaiser y Cimarron, plantean como principal problema el ser monocasco. Es decir, tienen un solo casco, que de ser perforado en algún accidente, como un choque o varamiento sobre roqueríos, produciría derrames de combustible con un desastroso impacto sobre medioambiente, la fauna y la pesca.
Situaciones de este tipo se ha dado con creciente frecuencia en las últimas dos décadas, y la preocupación mundial de las autoridades del transporte marítimo ha dado origen a acuerdos que buscan prohibir y eliminar los petroleros de un casco. Estos acuerdos han entrado con fuerza en vigor a partir del año 2005, teniendo como efecto el prohibir el ingreso a las aguas y puertos de los países firmantes de petroleros con más de 25 años de antigüedad, es decir, construidos en el año 1980 o antes.
La compra de un petrolero civil de doble casco, y su equipamiento con los medios para transferir combustible a otras naves en navegación, es en apariencia una solución económica y efectiva. Pero la realidad es diferente. En general los petroleros comerciales son más lentos, aunque se construyen petroleros comerciales rápidos pero más caros.
El verdadero problema viene con la configuración de la obra sobre cubierta o caserío y la habitabilidad. Los petroleros mercantes operan con tripulaciones de 20 personas, no requieren de disponer de cubierta de vuelo y hangar para helicópteros, ni de espacios adecuados para la instalación de armas defensivas.
Los petroleros militares operan con tripulaciones de 80 a 100 personas como mínimo, que requerirán espacios para dormir y comer, y suelen llevar también cargas sólidas, cuya transferencia hace necesario que el buque cuente al menos con una cubierta de vuelo para que se posen los helicópteros que transferirán esa carga.
Lo ideal es que el buque cuente con su propio helicóptero, ya que las aeronaves antisubmarinas o de ataque que suelen llevar las fragatas no son las más adecuadas para las tareas de reabastecimiento vertical o VERTREP, como le llaman los marinos.
Preocupación ambiental
El buque es transformable a doble casco, lo que es fundamental para no dañar el medio ambiente, una situación que preocupa fundamentalmente al analista de Defensa, Eduardo Santos. “La Armada necesita reemplazar el Araucano, que es un buque de 1966, que funciona bien, pero es una bomba flotante ecológica porque no es un buque de doble fondo”, comenta el especialista.
Ello implica, a su juicio, “un riesgo importante porque el actual petrolero es un buque sin doble fondo. En algunos puertos, los petroleros están obligados a tener doble fondo. Si se rompe el casco de afuera no se derrama petróleo porque existe una separación con el casco de afuera. Estos buques antiguos no tienen doble fondo y si se produce cualquier rotura produce un drama ecológico”.
Insiste que la Armada debe incorporar un buque de casco doble y sostuvo que el Kaiser es un barco “muy grande, por lo tanto son ineficientes para la Armada. La mejor solución es construir un casco en Corea o en China, que son muy baratos y eficientes y hacer las terminaciones en Talcahuano, donde le ponen los camarotes, las bombas, las cañerías, los radares, etc”.
Ejemplifica que un buque hecho en China puede salir en 40 millones de dólares y el Kaiser en unos 10 millones de dólares, estima Santos, pero estos “son buques caros de mantener porque son muy grandes”.
Exención militar
El analista José Higuera discrepa de lo afirmado por Santos. Respecto de los acuerdos y reglamentos internacionales que apuntan a retirar de servicio a los buques petroleros de un casco, y que en la actualidad se están aplicando a las naves que entraron en servicio en torno al año 1980, señala que “estos acuerdos han eximido de la prohibición de navegación y acceso a puerto a los petróleos que uso militar u operados por gobiernos con fines no comerciales”.
Explica que “ello se debe al hecho, evidente en las estadísticas, de que no ha ocurrido ningún accidente en que, tras vararse o chocar, un buque petrolero militar haya derramado combustible, generando desastres medioambientales como los del Exxon Valdez u otros igualmente lamentables. Las marinas operan sus petroleros con un cuidado y una eficiencia extraordinarias”.
Sin embargo, agrega el experto, “los petroleros monocasco también pueden ser transformados a doble casco. La forma más sencilla es la adición de bulges o secciones de casco externas, pero con el inconveniente de alterar la hidrodinámica y disminuir la velocidad máxima a sólo 14 o 15 nudos. Este efecto les hace inadecuados para el uso militar, donde se requiere una velocidad máxima de al menos 20 nudos, que es la velocidad económica o de crucero de los destructores y fragatas a los que deben acompañar y apoyar logísticamente”.
Puntualiza que “la alternativa aplicable a las naves de uso militar es la subdivisión interna de sus estanques interiores, creando estanques de balastro que se llenan con agua de mar en torno a los estanques en que se llevará el combustible. Es una modificación compleja, debido a la forma diferente del casco y el menor tamaño de los petroleros militares, y puede resultar en la perdida de hasta el 30 por ciento de la capacidad de transporte original de combustible de la nave modificada. Pero no es demasiado cara, y el buque resultante va satisfacer tanto los requerimientos de la Armada como las exigencias de las nuevas normas internacionales”.
En esa perspectiva, Higuera piensa que la compra de uno de los petroleros que Estados Unidos tendría disponible para venta es conveniente. “La armada podría reemplazar así al Araucano, quedando con un excelente buque logístico para apoyar despliegues a gran distancia o prolongados, y además el buque puede ser modificado internamente para convertirlo a la configuración de doble casco cuando ello sea necesario”.
El especialista considera que la adquisición de un buque propulsado por motores diesel, como los Henry J. Kaiser, “es también la más conveniente en lo que respecta a costos de operación. Los petroleros militares son siempre más caros de operar que sus similares civiles en términos de tripulación, porque no sólo incluyen personal para operar la plataforma y los sistemas de transferencia de combustible y carga, sino también operadores para sus armas defensivas. Sin embargo, en condiciones de paz, la Armada de Chile debería operar su petrolero con una tripulación más reducida y sin los servidores de las armas”.
Mirando hacia el futuro
Ya resuelta la construcción de un buque de investigación hidrográfica en ASMAR Talcahuano, y una vez resuelta la adquisición del petrolero de origen estadounidense, la Armada tiene sus ojos puestos en la compra de un buque de transporte y asalto de segunda mano para reemplazar a la barcaza Valdivia.
Definido como un buque multipropósito de entre 5 y 10 mil toneladas, capaz de transportar tanto tropas como vehículos blindados para desembarcarlos tanto por mar como por aire –por lo que debe contar con una amplia cubierta de vuelo para helicópteros que le hará verse como un pequeño portaaviones- los planes navales consideran su adquisición entre los años 2015 y 2016, cuando la Valdivia alcance el límite de su vida útil.
Sin embargo, la compra de la nave de asalto o multipropósito –cuyas capacidades de transporte también se aplicarán para llevar ayuda material y auxilio médico en casos de catástrofes como la que recientemente asoló Tocopilla- podría concretarse muchos antes si surge una alternativa conveniente en el mercado de las naves militares de segunda mano.